Penitencia
El Sacramento de la Penitencia puede denominarse Confesión o Reconciliación. Por lo general, los católicos comienzan a participar en este sacramento cuando son niños, en preparación para su Primera Comunión. Visite nuestra página de Formación en la Fe para obtener más información sobre la preparación para la Primera Confesión de los niños.
Para hacer una buena confesión, a los católicos se les pide que hagan un minucioso examen de conciencia. Es necesaria la contemplación honesta y reflexiva de los propios pecados para acercarse a Nuestro Señor en este sacramento, para ofrecer el remordimiento y la contrición, antes de recibir la absolución y la penitencia.
"No solo [el Sacramento de la Penitencia] nos libera de nuestros pecados, sino que también nos desafía a tener el mismo tipo de compasión y perdón por aquellos que pecan contra nosotros. Somos liberados para ser perdonadores. Obtenemos una nueva visión de la palabras de la Oración de San Francisco: "Es perdonando que somos perdonados".
Jesús confió el ministerio de la reconciliación a la Iglesia. El Sacramento de la Penitencia es un regalo de Dios para nosotros para que cualquier pecado cometido después del Bautismo pueda ser perdonado. En la confesión tenemos la oportunidad de arrepentirnos y recuperar la gracia de la amistad con Dios. Es un momento santo en el que nos ponemos en su presencia y reconocemos honestamente nuestros pecados, especialmente los pecados mortales. Con la absolución, somos reconciliados con Dios y la Iglesia. El Sacramento nos ayuda a permanecer cerca de la verdad de que no podemos vivir sin Dios. "En él vivimos, nos movemos y existimos" (Hechos 17:28)."
~del Catecismo Católico para Adultos de los Estados Unidos